Escribo estas líneas para comunicaros que Atlétik@s cesa su actividad periodística.
Como sabéis, recientemente publiqué un
artículo de periodismo de investigación, del cual me siento muy
orgulloso. En el artículo se destapa la hipocresía y el modus
operandi de quien vive de dividir y polarizar a la afición
repartiendo carnets de buenos y malos atléticos, acusando falsamente
a otros precisamente de las cosas que él hace: insultar a leyendas
de nuestro club, e incluso a los aficionados que no piensan como él.
El artículo tiene poco que aclarar y que explicar puesto que es bastante contundente, y está al alcance de cualquiera: bit.ly/luiseterno
Era
consciente de que un acto de tal valentía iba a tener repercusiones.
Sabía que algunos abrirían los ojos ante las pruebas, pensé que
otros pasarían de puntillas al comprobar la contundencia de las
evidencias y sabía que algunos intentarían darle la vuelta a la
verdad para defender lo indefendible.
Lo que nunca imaginé
es que habría una cantidad tal de abducidos e interesados que, al
amparo del poderoso, y ante la imposibilidad de matar al autor,
terminarían por atacar, en cobarde pandilla, al mensajero.
Porque
yo, en este caso, no soy más que un mensajero de la verdad. Un
periodista que expone unos hechos objetivos, demostrables e
indiscutibles, que muestran una realidad del autor de los mismos, que
él mismo quiere ocultar y cuyas actitudes atribuye y critica a
otros.
Pero no es este el motivo que me lleva a decidir
tomar esta medida. Llevo desde que me marché del canal del susodicho
recibiendo presiones, amenazas, insultos y mucho más. El propio
creador del canal ha difundido insultos hacia mi persona y alguno de
sus esbirros se ha dedicado a contactar a muchísima gente para
instarles a que me repudien.
En concreto Juan Arrien, a la
sazón apadrinado y colaborador de ese canal, ha publicado y
compartido insultos hacia mi, se ha inventado bulos como que tengo
cuentas B, ha llamado y escrito a todo hijo de vecino para decirles
que no me sigan o no colaboren conmigo e, incluso, llamó al
presidente de la Unión de Peñas para promover que no me invitaran
al Congreso.
Pues bien, lo que me ha llevado a tomar la decisión es: por un lado, que esto ya no solo me está afectando a mi, que me da igual porque ni vivo, ni pretendo, ni quiero vivir de ello, sino que ahora está afectando a personas muy queridas.
El otro día me llamó muy preocupado (a mi me pareció que llorando) un colaborador muy querido por mi, para contarme que Juan Arrien le había contactado con la intención que no colaborase conmigo y la velada amenaza de dejar de participar en el programa de Rubén Uría.
Si
esa persona hablaba en nombre de Rubén, es gravísimo. Y si lo hace
por iniciativa propia, quizás Rubén debería filtrar mejor quien
forma parte de su equipo y quien le representa.
Por
otro lado, y pese a que a algunos miserables que viven el trastero de
casa de sus papás les duela, yo no necesito esto ni económicamente
ni en ningún aspecto. Mis labores me proporcionan ingresos de sobra
para mi y los míos. Mi familia me colma de afecto cada día. Mis
amigos son de verdad y están ahí cuando les necesito, y tengo mi
vivienda y mis dos coches pagados.
Hago
esto simplemente porque soy periodista y un apasionado del Atlético
de Madrid desde que así lo decidí antes incluso de tener uso de
razón. Y porque me duele ver a la que antaño fue la mejor afición
del mundo, dividida y polarizada por el interés egoísta de una sola
persona, y sus secuaces, que se creen en posesión de decidir quién
es buen o mal aficionado. Eso sí, criticando y atribuyendo a los
demás los pecados de los que ellos mismos son exponentes
pardigmáticos.
Leo
a menudo el argumento de “por fin tenemos un canal del Atleti”.
Mentira. Antes había muchos canales a los que fagocitó antes de
pasar de ellos, muy buenos y que hacían Atleti por amor a unos
colores y no por intereses, y que opinaban libremente sin evangelizar
a nadie. Algunos de ellos ya han sido víctimas del mensaje único,
como Bendita Afición o, recientemente, Atlético Play.
Por
supuesto, sigue en pié la apuesta de que, si alguien es capaz de
encontrar algún insulto mío hacia Simeone o hacia quien opine
diferente, la millonésima parte de grave de los que aquel ha
dedicado a Luis Aragonés o a los aficionados que no comulgan con su fé,
le pago el abono de la próxima temporada.
Me voy con la
cabeza alta, la conciencia tranquila, y un trabajo de lucha contra el
poderoso fiel a los valores del Atlético de Madrid. Con mis aciertos
y mis errores, he sido profundamente honesto, sincero, plural,
transversal, y, ante todo, periodista y Atlético.
Disculpadme,
atlétik@s, os dejo un poco más solos en el desierto. Pero, creedme,
es inútil tratar de enseñar a sumar a cerdos que se pasan el día
revolcados en mierda. Y, por supuesto, disculpadme también los
haters, seguro que encontraréis otra cosa con la que tratar de
llenar vuestra triste vida.
Pronto iniciaré otros
proyectos, relacionados con el periodismo musical. Allí os espero al
que quiera. Y recordad “Se puede engañar a todo el mundo algún
tiempo. Y a algunos todo el tiempo. Pero no se puede engañar a todo
el mundo todo el tiempo”. Paciencia.
